Tragué saliva. En seguida noté cuánto te extrañaba. Podría recorrer más
kilómetros si quisiera pero no tendría ningún sentido. Apartarme de ti era sólo
una excusa tonta. Una idiotez. A cada paso una nueva alucinación. Una punzada
más en el pecho. Un ataque de ansiedad. Quisiera llamarte. Verte. Tenerte en
mis brazos. Siento lo cálido de tu cuerpo. El vaivén de tu cintura. El gemir de
tu ansiedad. Siento lo que es no tenerte y quema. Eres un témpano de hielo.
Eres mi crucifixión. No tenerte es una condena. Un tintinar del tiempo. Un
recordar que estoy vivo. No tenerte escoce. Arde. En lo más profundo. Quisiera
agarrarte ahora mismo. No soltarte. Si es preciso atarte. Comerte entera.
Llenarte de sudor, lágrimas y esas miles de historias que recolecté para ti. Tu
boca se abrirá poco a poco. Ante mí. La baba inundará la habitación. La sangre
no podrá detenernos. Serás inaccesible. Dura como roca. Yo te penetraré hasta
que aceptes. Hasta que te retuerzas. Te deseo. Te deseo tanto. Y la distancia
me hace dibujarte más. Buscar la medida exacta de tu figura. Afinar mis trazos.
Quisiera arrebatarte. Destrozarte. Llevarte a un rincón. Introducirme en cada
poro. En cada gesto. En cada próximo día. Quisiera
llevarte conmigo. Alistarte junto a mis maletas. Más la distancia es prudente. El deseo inamovible. Cuando regrese no te asustes...sólo vuelve. Vuelve a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario