jueves, 29 de agosto de 2013

Encierro.




II

Me encerré en mi habitación. Allí podía, por lo menos, sentirme segura. Lejos de los comentarios. De las habladurías. De las miradas instigadoras. De las miradas despectivas. Me encerré en mi habitación y me limité al hogar. Al café otra vez desteñido. A las tostadas ennegrecidas. Al jugo aguado. Al yogurt a punto de caducar. Me limite a mi misma. A pensar siempre en las mismas cosas. A sentirme siempre igual. Dejé mi trabajo. Dejé de pintar. Se me fueron las ganas de vivir. De tener hijos. De ser mujer. De las tardes en el prado. De tejer. Se me fue todo tan rápido...¿Cómo puede irse todo tan rápido?

Pasaron los meses y ya no cocinaba. No comía. No salía. La alacena estaba llena de polvo. Sin nada. Completamente vacía. De vez en cuando me visitaba papá y traía comida. Frutas. Vegetales. Pastas. Hasta postres. Yo comía junto a él. Ya sin gusto. Para ser franca, con algo de asco. Él se manifestaba angustioso. Realmente preocupado. Hasta pensó en llevarme a vivir con él. Yo sólo atine a contestar "Sabes papá, así estoy bien. Es sólo una fase... Ya sabes, nunca es tan fácil". Tras un largo abrazo se fue. Me encomendó a Dios, él siempre tan religioso. Y yo me quedé, deseando con todas mis fuerzas, que esta fase no durara mucho.

...

miércoles, 28 de agosto de 2013

Cicatriz.


I


Después de la operación, nada se sentía bien. El café por las mañanas me resultaba desteñido. Minusválido e inútil. Volví al trabajo, pues no soportaba estar tanto tiempo en casa. Y los murmullos en el pasillo no se hicieron esperar. Por un momento quise, también, extirparme los oídos. Las charlas me eran rutinarias. Vanas y sin propósito. Podía oler, a kilómetros de distancia, el pesar. Me miraban con cierta compasión. Cierta tristeza (a menudo fingida) y cierto dolor. Alguna mujeres, quizá inconscientemente, se palpaban los senos al verme. Creo que temían no haber detectado algún síntoma. Y que, de pronto, la enfermedad las sorprendiera como a mí.
En ciertas ocasiones quise agarrar el primer vuelo. Un vuelo a algún lugar lejano. Tranquilo. Donde no me topara con la gente. Donde no pudiera escuchar sus murmullos. Donde no pudiera sentir sus abrazos hipócritas. Sin quererlo, me llené de un resentimiento hacia los demás. Los evitaba a toda costa. No respondía sus sonrisas. No contestaba los saludos y despreciaba sus apretones de mano. Los odiaba. Pero más que todo me odiaba a mí.
Me torturaba la imagen en el espejo. Hasta opté por no verme más. Compré camisas holgadas. Chaquetas grandes. Jeans desgastados y de segunda. Me dejé de maquillar. Con rabia guardé todo sostén. Todo tacón. Todo rastro de feminidad. Dejé de frecuentar a mis amigos. Dejé de visitar a mamá. Poco a poco construí, por mi cuenta, una muy alta barrera. Una fortaleza casi impenetrable.

...

sábado, 24 de agosto de 2013

Funeral.



Y de nuevo yo aquí. Pensando en nosotros. En lo tontos que fuimos al dejarlo evaporar. En la mano dura que faltó. En lo que quedó por perdonar. Cada uno de mis libros tienen rastro de ti. Cada flor. Cada cuadro en mi estar. Cada prenda que uso. La alfombra que compré. Sabes cuánto extraño hacerte el amor. Y lo mucho que deseo tu piel. Sabes que echo de menos los cafés. La montaña rusa. Los museos. Ya no salgo. Ya no vago por ahí. Ese "ahí" tiene una connotación distinta. Sin ti ése "ahí" es opaco. Sin vida. Sin propósito. Sentí que contigo tenía uno. Que la vida no era un sólo despilfarrar frases. Que la vida era más que viajes de trabajo. Más que reuniones y lo cotidiano del saludar. Sentí que contigo habría diferencia. Que compensarías mis chistes cojos. Mis frases egocéntricas. Sentí que tú, vida mía, transformarías la oquedad de mi ser. Sentí tantas cosas y al final sólo estoy yo. Sin ti. Sin las sábanas limpias. Sin las ganas de vivir...

miércoles, 21 de agosto de 2013

Lágrimas.













De repente, te desconocí. Tus facciones se tronaron duras. Toscas como una vieja ley. Tus manos se volvieron hacia mí. Llenas de ira. De un irremediable odio. Intenté tocarte pero esquivaste mis movimientos. Intenté abrazarte pero te apartabas con fuerza descomunal. Me agarraste de las muñecas en un lastimero e hiriente silencio. Me tiraste al suelo y me fulminaste con la mirada. Era claro: No querías verme allí. Agarré mis cosas y en un segundo crucé la calle. A cada paso una lágrima. A cada paso una nueva tortura. Lamentaba haberte dicho lo que dije. Lamentaba, de veras, haberte lastimado. Yo era una especie de monstruo. Uno demasiado cruel. Lo bastante como para haberte hecho enojar. Lo bastante como para quebrantar tu ánimo de acero y tu humor blindado. Lo bastante como para hacerte mal. Hacerte lagrimear. Llorar y luego, explotar.
Te desconocí. Pero más que nada, me desconocí. Fui yo quién hirió primero. Fui yo quien lanzó la piedra.

sábado, 3 de agosto de 2013

Deseo.



Tragué saliva. En seguida  noté cuánto te extrañaba. Podría recorrer más kilómetros si quisiera pero no tendría ningún sentido. Apartarme de ti era sólo una excusa tonta. Una idiotez. A cada paso una nueva alucinación. Una punzada más en el pecho. Un ataque de ansiedad. Quisiera llamarte. Verte. Tenerte en mis brazos. Siento lo cálido de tu cuerpo. El vaivén de tu cintura. El gemir de tu ansiedad. Siento lo que es no tenerte y quema. Eres un témpano de hielo. Eres mi crucifixión. No tenerte es una condena. Un tintinar del tiempo. Un recordar que estoy vivo. No tenerte escoce. Arde. En lo más profundo. Quisiera agarrarte ahora mismo. No soltarte. Si es preciso atarte. Comerte entera. Llenarte de sudor, lágrimas y esas miles de historias que recolecté para ti. Tu boca se abrirá poco a poco. Ante mí. La baba inundará la habitación. La sangre no podrá detenernos. Serás inaccesible. Dura como roca. Yo te penetraré hasta que aceptes. Hasta que te retuerzas. Te deseo. Te deseo tanto. Y la distancia me hace dibujarte más. Buscar la medida exacta de tu figura. Afinar mis trazos. Quisiera arrebatarte. Destrozarte. Llevarte a un rincón. Introducirme en cada poro. En cada gesto. En cada próximo día. Quisiera llevarte conmigo. Alistarte junto a mis maletas. Más la distancia es prudente. El deseo inamovible. Cuando regrese no te asustes...sólo vuelve. Vuelve a mí.

viernes, 2 de agosto de 2013

Agosto.


Es agosto y falta poco para mi cumpleaños. Supongo que debo hacer cosas divertidas. Que debo alegrarme. Armar una gran fiesta. Supongo que es preciso volverme ave. Volverme pez. Volverme todo. Supongo que es tiempo de acostarme en la hierba. De reír a carcajadas. De sentirme libre. Supongo que debo aprovechar los vientos. Las mareas altas. Las tormentas nocturnas. Supongo que haré travesuras. Saltaré alto. Soñaré en grande.
Es agosto y no hay melancolía. No hay insomnio. No hay angustia. Sólo un cosquilleo. Sólo una sonrisa.